La gestión óptima de los residuos municipales
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El volumen de residuos municipales o residuos sólidos urbanos (RSU) que se generan va en aumento y su acumulación supone un grave problema de gestión para los municipios.

El depósito en vertederos no es una solución para estos residuos por el riesgo de contaminación ambiental y para la salud que conllevan.

Además, deshacerse de los RSU mediante su acumulación en vertedero no responde a los objetivos de economía circular y sostenibilidad que demanda la sociedad y que se han marcado desde Europa.

Los municipios, responsables de la gestión de estos RSU, deben implementar un plan de gestión integral de residuos que incluya desde el conjunto de medios de actuación en el punto de recogida (sistema de recogida selectiva), hasta su destino, teniendo en cuenta las diferentes fases del sistema de jerarquía de residuos: reducción, reutilización, reciclaje, valorización energética y eliminación.

La nueva Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para una economía circular destaca el papel de esta recogida selectiva de los residuos para su valorización, en la gestión de los residuos municipales.

La norma ha establecido como objetivo lograr el 50% de recogida separada de residuos municipales para el 2035, considerando la fracción separada de biorresiduos como aquella que contenga como máximo un porcentaje de impropios del 20% en 2022 y del 15% en 2027.

Con esto, desde el ámbito legislativo, se pretende avanzar hacia un modelo más eficiente de gestión de los residuos municipales.

 

PRECAT20, un modelo de gestión de los residuos municipales

El modelo de gestión de residuos municipales de Cataluña (PRECAT20) tiene como ejes fundamentales el fomento de la prevención, el aumento y la extensión territorial de la recogida selectiva y el tratamiento de todos los residuos. 

Los instrumentos de prevención actúan desde el momento de producción y consumo, lo que incluye el ecodiseño, los procesos de producción y los hábitos de consumo.

El objetivo de esta prevención es reducir el volumen de residuos generados y minimizar, así, los impactos que producen, simplificar su gestión y poder obtener recursos de mejor calidad.

En este modelo se contempla el reciclaje o valorización material como un escalón anterior a la valorización energética, a la que le siguen la eliminación (incineración con bajos niveles de recuperación y eficiencia energética y disposición controlada), siguiendo por tanto la jerarquía de residuos.

Esto quiere decir que, los residuos que presentan unas condiciones mínimas para ser reciclados deben destinarse a plantas de selección y reciclaje para la obtención de nuevos productos.

Los residuos no reciclables se destinan a la valorización energética y eliminación. Estos residuos pueden requerir de tratamientos previos para hacerlos aptos a los distintos procesos de valorización energética y garantizar su eficiencia, o bien para que puedan ser eliminados en condiciones ambientales favorables.

 

El papel clave de la recogida selectiva de residuos

La separación de residuos para su recogida selectiva debe darse desde su punto de origen, es decir, desde los hogares, empresas, oficinas, etc.

La correcta separación de los residuos es un factor importante para facilitar la posterior reutilización o reciclado de los mismos. 

Si la separación no se hace desde origen, esta tendrá que llevarse a cabo de forma mecánica en las plantas de gestión, obteniéndose productos contaminados, con un valor comercial menor y mayores porcentajes de rechazos. Algo que encarece todo el proceso de gestión de residuos.

La separación en origen de los RSU y su recogida selectiva permite obtener la fracción orgánica de los residuos municipales (FORM), constituida por restos biodegradables (restos comida y vegetales).

Esta fracción es una de las más importantes dentro de los residuos municipales, llegando a representar el 36% en peso del total de residuos que se generan. 

La fácil degradación de la FORM hace que deba gestionarse de forma rápida para evitar la formación de lixiviados y malos olores.

Para ello, se pueden llevar a cabo su valorización energética en plantas Waste to Energy, mediante digestión anaerobia, obteniendo biogás con el proceso. 

El biogás obtenido puede luego emplearse como biocombustible para usos residenciales, industriales o de movilidad, dentro del propio municipio.

 

Waste to Energy integrado en la gestión de los residuos municipales 

La tecnología Waste to Energy puede desempeñar diferentes funciones y aplicaciones en el ámbito de los RSU.

Además de la digestión anaerobia de la FORM, hay otras tecnologías aplicables a escala municipal:

  • La incineración de RSU (IRSU): su objetivo principal de la IRSU es reducir el volumen y la masa de RSU, y convertirlos en materiales inertes mediante la combustión, sin la necesidad de agregar combustible adicional (combustión autotérmica). Los residuos que se tratan con IRSU son los residuos domésticos mezclados y sin tratar, y algunos tipos de residuos industriales y comerciales.
  • Captura de gas de relleno sanitario: consiste en la captura del gas metano generado por la degradación de la materia orgánica presente en el relleno sanitario, a fin de reducir sus emisiones a la atmósfera.
  • Pirólisis/gasificación: es la desgasificación de los residuos en condiciones controladas, en presencia de oxígeno. Con ello, se reduce el volumen y peligrosidad de los residuos, se capturan o destruyen sustancias potencialmente dañinas y se recupera energía, contenido mineral y/o químico, en forma de gas de síntesis, combustóleo, carboncillo o coque.

 

Esta tecnología Waste to Energy está en proceso de maduración y su aplicación para la gestión óptima de los RSU será cada vez más eficiente.

Las plantas Waste to Energy se integrarán cada vez más en el tejido urbano, dando solución a la gestión de los residuos no reciclables y contribuyendo al desarrollo de la economía circular y la sostenibilidad. 

Este es el objetivo del proyecto Valuewaste, en el que cooperan 14 empresas, organismos y administraciones de 7 países europeos, que actúa en toda la cadena de valorización de los residuos, desde su separación y recogida, hasta su tratamiento y valorización.

La implementación de la tecnología Waste to Energy en los ayuntamientos europeos evitará la acumulación de residuos orgánicos en vertederos y contribuirá a la autosuficiencia energética y de otros recursos estratégicos, como los fertilizantes naturales ricos en nitrógeno y fósforo, o las proteínas, constituyendo un importante paso en la economía circular.

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