La valorización energética como solución para la destrucción de COPs
La valorización energética como solución para la destrucción de COPs

Los contaminantes orgánicos persistentes (COPs) son uno de los problemas ambientales más importantes de nuestra actualidad.

Estas sustancias químicas, producidas principalmente por actividades industriales, agrícolas y procesos de combustión, tienen una característica preocupante: su persistencia en el medio ambiente durante años, trasladándose a grandes distancias y acumulándose en organismos vivos. Algo que provoca importantes efectos negativos sobre la salud y la biodiversidad.

Con el objetivo de controlar el impacto de estos compuestos contaminantes, iniciativas como el Convenio de Estocolmo han establecido marcos regulatorios para su reducción y eliminación. Sin embargo, garantizar su destrucción completa y segura sigue siendo un desafío técnico y logístico.

En este sentido, las tecnologías de valorización energética parecen ofrecer una solución innovadora y eficaz para la gestión de residuos peligrosos, y para la eliminación segura de estos COPs.

 

Qué son los COPs y por qué son peligrosos

Los contaminantes orgánicos persistentes (COPs) son compuestos químicos que se caracterizan por su resistencia a la degradación química, biológica y fotoquímica. Esto hace que puedan permanecer en el entorno durante años e incluso décadas, trasladándose a través de grandes distancias por aire, agua y organismos vivos.

Características principales de los COPs

  • Persistencia: Su estabilidad química dificulta su descomposición natural, lo que significa que pueden permanecer en el ambiente durante largos periodos.

  • Bioacumulación: Estos compuestos se concentran en los tejidos grasos de los organismos vivos y se amplifican a medida que suben en la cadena alimentaria, afectando especialmente a los depredadores superiores, incluidos los seres humanos.

  • Toxicidad: Poseen efectos adversos en la salud humana, que incluyen trastornos endocrinos, problemas reproductivos, daño inmunológico e incluso cáncer.

  • Capacidad de transporte a larga distancia: Pueden viajar miles de kilómetros desde sus fuentes de emisión, afectando regiones donde no fueron producidos ni utilizados.

Algunos de los COPs más conocidos incluyen:

  • Pesticidas: DDT, aldrín y clordano, utilizados en agricultura y control de plagas.

  • Compuestos industriales: Bifenilos policlorados (PCBs), empleados como fluidos en equipos eléctricos.

  • Subproductos de procesos industriales: Dioxinas y furanos, generados durante la combustión de materiales que contienen cloro.

Impactos en el medio ambiente y en la salud

Los COPs afectan la biodiversidad de múltiples formas. En ecosistemas acuáticos, por ejemplo, estos compuestos se depositan en sedimentos, afectando a organismos que forman la base de la cadena alimentaria. En la fauna terrestre, los COPs se han vinculado a anomalías reproductivas y problemas de supervivencia de especies amenazadas.

La exposición a los COPs ocurre a través de diversas vías, como la ingesta de alimentos contaminados, el contacto directo con productos químicos y la inhalación de aire contaminado. Sus efectos pueden desencadenarse a bajas concentraciones y presentarse tras varios años de la exposición hasta en las generaciones siguientes.

Algunos de los efectos que se relacionan con la exposición a COP pueden incluir daños en el sistema nervioso central, endocrino o reproductivo, así como malformaciones fetales, trastornos del comportamiento, diabetes, reducción del período de lactancia y carcinogénesis.

Regulaciones internacionales para el control de los COPs

El Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes del PNUMA, firmado en mayo de 2001 y en vigor desde el 17 de mayo de 2004, es el marco global más importante para la gestión de los COPs.

Este tratado, que reúne a más de 180 países, tiene como objetivo proteger la salud humana y el medio ambiente frente a los efectos adversos de estas sustancias químicas. Para ello, establece medidas específicas para eliminar o reducir la producción, el uso y las emisiones de COPs, destacándose como un instrumento clave en la gobernanza ambiental global. Algunas de sus principales directrices incluyen:

  • La eliminación de la producción y el uso de COPs prioritarios, como los pesticidas prohibidos.

  • La reducción de emisiones no intencionadas, como las dioxinas generadas en procesos industriales.

  • La gestión adecuada de residuos que contienen COPs, garantizando su destrucción o confinamiento seguro.

Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, el manejo y eliminación de COPs sigue siendo un desafío importante debido a las dificultades técnicas y logísticas que implica su destrucción completa.

 

El papel de las instalaciones waste to energy en la destrucción de COPs

La valorización energética, conocida también como tecnología waste-to-energy, se ha consolidado como una de las soluciones más eficaces para la gestión sostenible de residuos y, particularmente, para la destrucción de Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs).

Según un estudio reciente del gobierno británico, encargado por el Departamento de Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales del Reino Unido (DEFRA) y llevado a cabo por el Water Research Centre, las plantas WtE alcanzan un “nivel de eficiencia de destrucción muy alto” de los COPs, incluso bajo condiciones de prueba rigurosas. Un hallazgo que subraya la relevancia de estas instalaciones en la protección ambiental y el cumplimiento de estándares internacionales.

Las instalaciones WtE convierten residuos no reciclables en energía aprovechable, ya sea en forma de electricidad, calor o vapor. En este proceso, los residuos se someten a incineración controlada a temperaturas extremadamente altas, lo que garantiza la descomposición de compuestos peligrosos, incluidos los COPs.

Las plantas modernas incorporan tecnologías avanzadas de depuración de gases, monitoreo de emisiones y manejo de subproductos, asegurando que la destrucción sea no sólo efectiva, sino también ambientalmente responsable.

En el contexto de los COPs, destaca el proceso térmico. Sustancias como dioxinas, pesticidas y compuestos industriales presentes en plásticos y otros materiales son descompuestas en condiciones de alta temperatura (por encima de los 850 °C), logrando niveles de eficiencia superiores a los esperados, incluso cuando los residuos contienen altas concentraciones de compuestos bromados, como se demostró en el estudio realizado por el Water Research Centre.

Dicho estudio analizó el desempeño de plantas WtE en condiciones estándar y con una alimentación reforzada en COPs, utilizando residuos derivados de equipos eléctricos y electrónicos. Los resultados indicaron que:

  • Las plantas destruyeron eficazmente los COPs incluso en residuos con concentraciones de material bromado mucho más altas que las habituales.

  • Las evaluaciones incluyeron análisis de cenizas de fondo, cenizas de caldera, residuos de control de contaminación atmosférica y emisiones de chimenea. En todos los casos, las instalaciones demostraron una sólida capacidad para minimizar la liberación de contaminantes secundarios.

Estos hallazgos son particularmente relevantes para países signatarios del Convenio de Estocolmo, que exige la destrucción de COPs por encima de ciertos umbrales.

Las plantas WtE, por tanto, permiten cumplir con estos compromisos internacionales de manera eficiente y segura, reforzando su papel como herramientas esenciales para la gestión de residuos peligrosos.

Para maximizar el impacto de estas tecnologías, es crucial fomentar su implementación en países que aún enfrentan retos significativos en la gestión de residuos peligrosos.

Además, la inversión en innovación y el desarrollo de normativas que incentiven su uso pueden consolidar a las plantas WtE como una herramienta indispensable en la lucha contra los COPs.

 

En definitiva, las tecnologías de valorización energética ofrecen una respuesta eficiente y sostenible a uno de los problemas ambientales más complejos de nuestro tiempo, destacándose como una pieza clave en la construcción de un futuro más limpio y saludable.

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