Biogás a partir de residuos alimentarios: usos y beneficios
Biogás a partir de residuos alimentarios: usos y beneficios

El desperdicio alimentario se ha convertido en una cuestión ética y un problema medioambiental a nivel mundial.

Un problema que queda manifiesto ante estos hechos:

  • Un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano en el mundo (1.600 millones de toneladas) al año se pierde o se desperdicia.
  • El coste del desperdicio de alimentos en el mundo ronda los 2.6 billones de dólares, de los que 1 billón se debe a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), la escasez de agua, la pérdida de biodiversidad, el aumento de los conflictos y la pérdida de medios de subsistencia debido a problemas como la erosión del suelo, pérdida de nutrientes, menor rendimiento, contaminación, etc.
  • Los residuos alimentarios generan unas 4.4 gigatoneladas (Gt) de CO2 equivalente al año, lo que representa el 8% de las emisiones antropogénicas mundiales de GEI.

Ante esto, el primer paso es evitar que se produzca el desperdicio alimentario en las etapas de producción, distribución y venta de alimentos, pero también es necesaria una correcta gestión de estos residuos una vez generados.

En este sentido, el objetivo es pasar de una gestión lineal a una circular, donde los residuos alimentarios se conviertan en un recurso para la obtención de energía renovable (biogás), reducir las emisiones de GEI y la dependencia de los combustibles fósiles, entre otros beneficios.

 

Prevención del desperdicio de alimentos

Cuando nos referimos a desperdicio de alimentos hacemos referencia a cualquier alimento o parte no comestible de los alimentos (p.ej. pieles de frutas y verduras), retiradas de la cadena de suministro de alimento que pueden recuperarse o eliminarse. 

En el contexto de las ciudades, los residuos alimentarios se caracterizan, principalmente, por los generados en los hogares, establecimientos de restauración, plantas de transformación, almacenaje y distribución, así como en mercados y comercios.

Estos desperdicios de alimentos suponen una pérdida de los recursos empleados para producirlos (nutrientes, suelo, energía, agua, biodiversidad, mano de obra) y una carga para el sistema de gestión de residuos y para el medioambiente.

Es por ello que, el primer escalón de la jerarquía de la gestión de estos residuos es evitar que se produzcan, optimizando la utilización de los recursos. De esta forma, se estaría en línea con el objetivo 12.3 (ODS) de la Agenda 2030: reducir a la mitad el desperdicio alimentario per cápita.

En España, recientemente ha entrado en vigor la nueva Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario, con este fin.

Se trata de la primera regulación sobre esta materia en el país y su objetivo es reducir los desechos de alimentos sin consumir, favoreciendo su aprovechamiento.

La ley trata de fomentar buenas prácticas, desde los productores primarios, en la fase de cosecha y recolección de los alimentos, hasta los consumidores, bien en el hogar o en bares y restaurantes, para evitar el desperdicio de alimentos a lo largo de todas las fases de la cadena.

Para ello, la norma establece que todos los agentes de la cadena alimentaria tienen la obligación de disponer de un plan de prevención de las pérdidas y el desperdicio: las empresas de la cadena deben hacer un autodiagnóstico de sus procesos productivos, identificar dónde se producen las pérdidas de alimentos, fijar medidas para minimizarlos y destinar a otros usos, para los que se fija una jerarquía de prioridades.

Esta jerarquía de prioridades establece el destino que los agentes de la cadena alimentaria deberán dar a los alimentos para evitar su desperdicio:

    • (1) La prioridad máxima: el consumo humano, a través de la donación o redistribución de alimentos.
    • (2) La transformación de los alimentos en otros productos, tales como zumos o mermeladas, etc.
  • (3) La alimentación animal y fabricación de piensos, el uso como subproductos (residuos) en otra industria y la obtención de compost, biogás o biocombustibles.

De esta forma, se pretende redirigir el sistema hacia una producción más eficiente, basada en la economía circular, donde está implicado todo el conjunto de la cadena alimentaria.

 

La digestión anaerobia para la obtención del biogás

Para los residuos orgánicos que, finalmente, se generan, la opción planteada para su valorización es la digestión anaerobia, como proceso para obtener energía y otro subproducto, los digestatos.

Este proceso de digestión anaerobia se lleva a cabo en el interior de los digestores (reactores herméticos con condiciones controladas) de las plantas de biogás, generando este gas renovable.

El biogás que se produce puede utilizarse para generar electricidad, calor o como biocombustible. También puede transformarse en biometano a través de su purificación mediante procesos de upgrading. Esto último permite su inyección en la red gasista o su uso como biocombustible (bio-GNL o bio-GNC).

Las plantas de biogás para la valorización de los desperdicios alimentarios pueden ser de autoconsumo, y los digestatos que se generan, pueden ser aprovechados como compost o fertilizantes orgánicos.

 

Beneficios del biogás

La valorización energética de los desperdicios alimentarios mediante la digestión anaerobia, para la obtención de biogás, trae consigo una serie de beneficios:

  • Producción de una fuente de energía renovable, para uso energético sostenido, almacenable y que permite su uso tanto local, como su inyección en red.
  • Mayor seguridad energética y reducción de la dependencia energética de los combustibles fósiles.
  • Reducción de las emisiones de GEI por la sustitución de los combustibles fósiles por gas renovable, y al evitar las emisiones incontroladas de metano de vertederos.
  • Sustitución de fertilizantes sintéticos y minerales por fertilizantes orgánicos, favoreciendo la recuperación de suelos y la captura de carbono en los mismos.
  • Mejora de la autosuficiencia y sostenibilidad de las industrias gracias al autoconsumo de energía renovable a partir de la valorización de sus propios residuos orgánicos.
  • Recirculación de los nutrientes y materia orgánica presente en los residuos orgánicos siguiendo el modelo de economía circular.

 

Toda una serie de beneficios que están estrechamente relacionados con muchos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU (2, 3, 5, 6, 7, 9, 11, 13 y 15).

Si necesitas más información sobre cómo poder llevar a cabo la valorización de los residuos orgánicos procedentes del desperdicio alimentario en tu industria, contacta con nosotros para resolver tus dudas.

Calculadora de Biometano

MÁS
artículos